Yucatán
2021–2023
Ubicación Chocholá, Yucatán
Superficie 7,126 m² de terreno Club de 420 m²
Interiorismo Paulina Morán
Construcción Constructora Rival
Iluminación AEI
Paisajismo Maat Handasa
Celosías TATA mosaicos
Fotografía César Béjar
Colaboradores Santiago Solís, Aleam Reyes
Cuando se presentó la oportunidad de hacer un proyecto arquitectónico en un terreno como éste, entendimos de inmediato que cada idea debía estar supeditada a él, es decir, a su flora, su luz, sus tonalidades, la fauna que lo habita, su topografía y su clima. Visualizamos entonces el puente colgante en forma de anillo elevado que recorre las copas de los árboles mientras conecta los distintos pabellones del club. Una de las ideas que más nos entusiasmó fue lograr el contacto con la flora local, sentir la altura y frondosidad de los árboles selváticos, y ver las estrellas desde los pabellones. Desde esa primera visita fue fácil imaginar a los niños subiendo y bajando, corriendo y recorriendo, entrando y saliendo.
Diseñar cada espacio del club infantil, no solo respetando el entorno, sino aprovechándolo y engrandeciéndolo, fue la primera inspiración y la máxima prioridad. Después de recorrer el terreno varias veces elegimos el cilindro como la forma geométrica que daría vida y sentido al diseño. La amabilidad de las curvas de un círculo, su fácil visibilidad, lo acogedor de la propia figura y las inmensas posibilidades para jugar con variaciones de diámetros y alturas comenzaron a darle rumbo a los planos. Unir de distintas maneras las formas cilíndricas concatenadas nos permitió adaptarnos al terreno, mientras conseguimos dar privacidad y cierta independencia a los distintos espacios interiores.
Para los acabados utilizamos chukum –una mezcla de la resina del árbol del mismo nombre con cemento blanco y piedra caliza– que funciona muy bien en zonas húmedas y cálidas, además de ser un acabado icónico de la tradición yucateca.
El pabellón principal alberga la ludoteca, el salón de juegos, la zona de gamers y espacios para talleres que diseñamos en colaboración con Paulina Morán. Un anfiteatro abraza este pabellón y ubica el escenario en el centro del club.
Una serie de pabellones independientes sirven para demarcar espacios para otras experiencias. Algunos ejemplos son el mirador para observar a los venados cola blanca, especie protegida de la zona, o el centro ceremonial del maíz, que diseñamos con el chef Luis Ronzón y que da a conocer los distintos tipos de maíz que tenemos en México a través de talleres gastronómicos donde se utilizan los ingredientes de los ka’anche’ –huertos tradicionales mayas–, del hotel.
El diseño arquitectónico de este último es una abstracción de la forma cilíndrica de la mazorca. Utilizamos celosías de mosaicos de arcilla para generar una ventilación cruzada, que a la vez hacen que la luz natural penetre con cierto misticismo.
El paisajismo, diseñado junto con Maat Handasa, respeta las especies de flora y fauna de la zona. Andadores de grava conectan el área con otras zonas del hotel y reservan ciertos espacios para el uso de juegos exteriores inspirados en las leyendas de los aluxes.