Rancho Mazahua

Valle de Bravo, Estado de México
2024

Ubicación Avándaro

Superficie Terreno de 1.2 ha Casa de 840 m²

Iluminación LDT

Paisajismo Pedro Sánchez

Estructura de madera MIC MAC

Proyecto estructural IDEAL

Instalaciones LKE

Colaboradores Santiago Solís, Federico Aguayo, César Cardoso, Mariana Cháves


Hay quienes dicen que, como arquitecto, trabajar en un proyecto
familiar puede ser complicado, sin embargo, conocer muy bien 
a los clientes no puede más que tener aspectos positivos. Dentro 
del complejo Mazahua, en Avándaro, Valle de Bravo, proyectamos una casa de campo para que las tres generaciones de la familia propietaria puedan convivir y disfrutar en el futuro. Un terreno plano 
y boscoso de 1.2 hectáreas, y la intención de la familia de sentirse realmente inmersa en el bosque y en contacto con la naturaleza, fueron los dos puntos de arranque.

Respetar el entorno y ser fiel a la paleta de colores naturales del lugar y sus texturas nos llevaron a usar tonos cálidos, piedra y madera. La casa de una sola planta rompe de manera intencional con el eje lineal mediante pasillos, quiebres y zig zags que rematan con piezas de arte, vegetación, agua, vistas y entradas estratégicas de luz.

En los alzados traseros nos interesaba enfatizar la secuencia de planos. Al ver la casa desde un ángulo lateral, el propio escalonamiento de los grandes muros de piedra va revelando qué pasa detrás de cada plano e invita a recorrerla y a descubrirla. A pesar de que la casa cuenta con seis recámaras y puede alojar hasta veinte personas, pensamos en la forma de compartimentar los espacios para que ésta se sienta acogedora y manejable cuando hospede únicamente a una pareja.

Así, el área de la recámara principal es muy privada. Los demás cuartos tienen una naturaleza muy flexible que permite alojar, por ejemplo, a cinco niños en uno y cinco niñas en otro, a un matrimonio con bebés o hijos un poco más grandes, a parejas solas o quizá a gente mayor. Todas las habitaciones cuentan con nichos pensados para que cada familia o grupo genere una dinámica propia. De esta manera, 
la casa proporciona privacidad a la vez que fomenta la convivencia entre todos los miembros en las zonas comunes.

Agregamos también un tapanco que funciona como biblioteca y que es un amplio espacio privado para poder trabajar o pasar la tarde leyendo. La terraza y el jardín abierto se 
antojan para que los abuelos se sienten a ver jugar a sus nietos. La cocina, por su parte, tiene la capacidad de cerrarse 
o de abrirse, generando un espacio flexible, donde es posible cocinar en grupo o cenar informalmente mientras toda la familia convive y colabora.

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